Carta abierta de José Luis
López Bulla a Marcelino Camacho
19/10/1984
Un legendario dirigente obrero alemán tuvo que preguntarse en alguna ocasión, cuando desde los escaños de la derecha en el Bundestag se le ofreció una salva de aplausos, aquello de 'viejo Bebel, ¿qué tontería has dicho?'. De un tiempo a esta parte, Marcelino Camacho viene siendo agredido desde diversos ángulos. Sin embargo, el veterano y estimado sindicalista sigue gozando (como su organización de Comisiones) de un enorme predicamento y prestigio entre los trabajadores. No voy a hacer un planteamiento hagiográfico, sino el que se desprende de los datos. Todo el mundo recordará qué dijo Camacho sobre el Estatuto de los Trabajadores y sobre la política económica y social del Gobierno sobre el paro, los precios, las cotizaciones a la Seguridad Social, la revisión salarial, etcétera.
Pues bien, los datos nos dicen que Camacho ha tenido (y tiene) razón. Y tiene razón precisamente porque su análisis se basa en los hechos concretos. Y los hechos concretos nos dicen que fue un mal planteamiento el Estatuto de los Trabajadores, y los hechos tozudos afirman que se está perdiendo poder adquisitivo, que las previsiones de inflación no se cumplen, que se está desmantelando el carácter público de la Seguridad Social, que se está desdibujando la revisión salarial... En definitiva, que la CEOE está asestando golpes certeros a los planteamientos electorales del PSOE y al discurso de investidura de Felipe González. Veamos, ¿acaso erraba Camacho cuando afirmó -en un momento determinado- que el PSOE y el Gobierno habían renunciado a la creación de los 800.000 empleos? ¿Acaso erraba Camacho cuando alertó del lamentable giro en relación a la OTAN del Gobierno PSOE?
Nos encontramos, por lo que parece, en un momento curioso y un tanto amoral: el que tiene problemas en su casa, le exporta la crisis al otro. Y, así, vemos que los que tienen problemas de autoconvencerse sobre el descomunal incumplimiento gubernamental echan pelotas fuera, dicen que con ellos no va la cosa, y critican a Marcelino Camacho. Pero, bien visto, esta política torpe y miope está dando resultados. Más datos: Comisiones, el sindicato de Camacho ha ganado las elecciones sindicales en Seat y en el Ayuntamiento de Barcelona, en la finca La Almoraima (de Rumasa, qué casualidad), y no sigo para no hacer interminable la lista.
Comisiones hizo unos planteamientos en tomo a la reconversión naval, que ahora han sido analizados con todo rigor tras el abandono de ELA-STV de la mesa de negociaciones... Nosotros avanzamos sindicalmente por varias razones: a) porque nuestra práctica es la más justa; b) porque los demás lo único que hacen es la política-espectáculo sin arraigo de masas, y c) por la furibundez de los ataques contra una organización y un dirigente sindical que dice la verdad. Estamos -por lo que parece- ante un momento de querer romper el espinazo a una organización gloriosa, Comisiones Obreras, pero los intentos son vanos, como lo demuestra la voluntad explícita de los trabajadores en las fábricas, que son la columna vertebral del sindicalismo.
Nadie puede negar que Camacho no haya advertido al Gobierno sobre lo que iba a ocurrir en el plano social, económico e internacional. El veterano dirigente manejaba datos y disponía de una intuición privilegiada cuando publicó sus conocidos trabajos periodísticos sobre La política posible y la política necesaria, primero, y sobre Los aliados posibles y los aliados necesarios, segundo. Y allí alertaba. No le hicieron caso y hoy estamos viendo el deterioro del partido del Gobierno. Pero, tras los resultados de las elecciones autonómicas en Cataluña y en el País Vasco, Carnacho volvió a la carga sugiriendo modificaciones en la política gubernarnental. "Ojo, que os equivocáis", vino a decir.
Entonces, ¿por qué tanta agresividad contra Marcelino Camacho? Porque -por ejemplo- se dice que Marcelino no tiene razón en torno a la puerta que se abre para el despido libre, si luego el presidente de la CEOE viene a confirmar que es verdad, que se abre un portillo a dicho despido libre.
Si no fuera por el sacrilegio de corregir al gran Cervantes, me atrevería a parafrasearlo con aquello de 'están rebuznando en balde el uno y el otro alcalde'".
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