domingo, enero 13, 2008

DE LOS CONGRESOS SINDICALES (1996)

DE LOS CONGRESOS SINDICALES

Las líneas que siguen intentan replantear la forma de cómo concebimos y realizamos nuestros congresos, que por autodefinición son momentos importantes en la vida de los trabajadores; afirmación que, sin ser falsa, tiene una considerable densidad retórica. Por qué se propone ahora? Primero, porque algunas cosas "si no se hacen ahora no se hacen nunca" como nos enseñara un amigo alemán; segundo, porque es necesario, en la dirección más idónea, crear un humus de consenso activo en: a) si lo actual no nos gusta hay que cambiarlo con tiempo, b) nuestro fastidio sobre lo actual tiene el peligro de olvidarse, cayendo después en la rutina de lo instalado en puertas de otro proceso congresual; c) por una serie de razones que se apuntan en el papel adjunto.

Todo lo anterior va más allá de la insuficiente explicación que nos damos sobre nuestros congresos; en síntesis nos decimos: esto no nos vale ya, pero no decimos que es inútil para la gente que costea el sindicato, de la misma manera que no ahondamos en la vacuidad de relación con la gente no afiliada (la mayoría, eh?) a la que invocamos, como un fantasma, para que se inscriba en nuestras filas.

Estas notas, aunque no se diga expresamente, se orientan de momento a la morfología de los congresos federativos, aunque con otras características similares --sobre las que no entro ahora-- podrían valer para el resto de las estructuras.

La tesis central es la irreformabilidad desde lo actual; esta idea puede ser excesivamente gruesa, pero una meditación atenta sobre lo establecido nos lleva a dicha consideración, aunque no necesariamente a las formas que se proponen en el material anejo.

JLLB

A pocos días del Primero de Mayo de 1996


DE LOS CONGRESOS SINDICALES

(Una propuesta razonada, profundamente distinta a lo actual)

José Luis López Bulla

Entre nosotros hay una gran coincidencia sobre el carácter de nuestros actos congresuales; este nosotros engloba a la inmensa mayoría de sindicalistas más allá de sus posicionamientos en unos u otros momentos. A tenor de lo que venimos oyendo se puede constatar la existencia de un profundo cansancio de la manera de organizar y desarrollar nuestros momentos congresuales. Lo curioso del asunto es que --por lo menos hasta ahora-- todos nos hemos limitado a manifestar que dicha forma es inservible e inútil; pero a tan rotunda exposición no se acompaña propuesta alguna que corrija el fondo de nuestras insatisfacciones. Este bloqueo conduce, como no puede ser de otra manera, a las continuas reediciones congresuales y a su consiguiente fastidio. Las siguientes notas tienen la vocación de proponer algo radicalmente distinto que, como mínimo, nos saque de la rutina consciente en la que nos encontramos; en el caso de no prosperar estas iniciativas podría darse el caso de que, frente a ellas, surgieran otras propuestas más convenientes. De ahí que, al menos por ello, bien vale la pena abrir esta conversación.

PRIMERO

1.-- Mi premisa mayor es la siguiente: la actual morfología congresual está agotada; además, nuestros congresos se están convirtiendo en acontecimientos de dudosa utilidad para el conjunto afiliativo, y su financiación es costosísima. De manera que no existe ningún tipo de razones para mantener las cosas tal como están; la pertinaz retórica del "eso no vale" debe cambiarse por una concreta y nueva arquitectura congresual. Ahora parece ser el momento de abrir, aunque sea informalmente, una discusión al respecto, porque es sabido que, en puertas de los congresos, priman otras exigencias. Más aún, en puertas de congresos la tendencia natural es repetir los modos anteriores. Así pues, esta ausencia de discusión con bastante tiempo previo es la causa, entre otras, de la consolidación del debate banal que se produce en los momentos congresuales; una expresión de ello es, por ejemplo, la esperpéntica manera de discutir las ponencias: dos minutos para la defensa de los textos oficiales, dos minutos para la enmienda, y --una vez cumplido tan minúsculo requisito-- se procede a una serie de votaciones encadenadas sin ton ni son. En resumidas cuentas, la manera de discutir en los acontecimientos congresuales es pura apariencia participativa en determinados casos, y --tal como se están haciendo las cosas-- puede conducir a un autoengaño general.

2.-- Si los congresos interesan poco al conjunto afiliativo es que hay un déficit de relación entre las estructuras sindicales y las personas que pagan sus cotizaciones a la organización; si, como se ha dicho antes, los congresos valen una clamorosa millonada estamos ante un extraño ethos: la gente paga religiosamente a la organización y las estructuras destinan importantes sumas dinerarias a acontecimientos en los que aquélla no se reconoce en absoluto. A nadie se le escapa que éstas son cuestiones de fondo, no aspectos meramente formales. Qué sentido tiene, pues, mantener lo establecido? Ninguno; la única explicación podría residir en la tranquilidad espiritual que ofrece la ramplonería de lo conocido. Nadie podrá negar, así las cosas, nuestra instalación real en ciertas prácticas conservadoras.

3.- La actual forma de nuestros congresos choca dramáticamente con la velocidad de los acontecimientos que ocurren en el mundo del trabajo, la economía y la sociedad; es, ciertamente, una nadería en relación a la gran interdependencia que hoy preside las cosas del mundo. En suma, un congreso cada cuatro años puede definir el qué hacer del período próximo cuando tantos negocios están interconectados entre sí? un congreso puede fijar posiciones cerradas si, en un periquete, surge un acontecimiento ya sea en nuestros alrededores más cercanos o en la otra parte del planeta? Así pues, en definitiva, nos sirven de algo nuestros momentos congresuales tal como los organizamos? Si trasladamos nuestras conversaciones oficiosas al escenario oficial tendríamos que contestar negativamente; el problema podría residir, también, en la abismal separación que existe entre la libertad oficiosa y el cartón-piedra de la rutina oficialista.

4.-- Más todavía, de qué sirve al conjunto afiliativo esta ristra de congresos que, periódicamente, hace que la organización no salga de su propia epidermis? En otras palabras, de verdad qué utilidades tiene para la gente esos momentos que siempre se nos antojaron de gran solemnidad, pero que --en la actualidad-- son vistos con tanto fastidio por cada vez más sindicalistas?

5.-- Definitivamente, esta fase está agotada, y ya no tiene relación alguna con la velocidad de los cambios del mundo interdependiente; por eso, nadie --ni siquiera la propia estructura sindical-- se siente reconocida en tales situaciones congresuales. Qué sentido tienen cada vez más los actos congresuales? La elección de los grupos dirigentes; nadie duda, efectivamente, de que esto último sea necesario, pero habremos de convenir que, para tan importante objetivo, no es necesaria la actual forma de concebir y hacer los congresos. Una segunda reflexión (sobre la que no entro para no desperdigar el tronco central de este estudio) podría abordar lo siguiente: también las formas actuales de elección de los grupos dirigentes están agotadas.

SEGUNDO

1.-- Una nueva arquitectura congresual debe partir de la asimetría en la que se ha situado históricamente el movimiento sindical: durante los congresos se invita a una discusión de fondo que afecte, se dice, a todo el mundo, pero --una vez acabada su fase-- el debate colectivo parece extrañarse de la organización. En puertas de los acontecimientos congresuales aparecen intentos de elaboración sindical (en ocasiones de gran fecundidad), que posteriormente no tienen continuidad. No sería más útil apostar por un sujeto cotidianamente pensante? Al menos esto es lo que se desprende de los grandes desafíos que, a diario, tenemos ante nosotros mismos.

Un sujeto cotidianamente pensante interviene de manera más eficaz en las cosas diarias, al tiempo que descarga --por así decirlo-- de materias que siempre se endosan a los congresos. Habrá que acordar, así las cosas, que las manidas frases de ""esto es materia congresual"" o ""esto es intocable hasta un nuevo congreso"" no dejan de ser, en el fondo, inercias de tiempos estáticos y, en la actualidad, podrían convertirse en desresponsabilizaciones de los grupos dirigentes. En realidad,

muy pocas cosas debieran dejarse a los congresos; pero la alternativa debería ser una permanente red de hechos participativos donde el conjunto afiliativo construye con la dirección del sindicato las líneas que, con cierto abuso, se dejan para cuando los congresos. A un sujeto cotidianamente pensante correspondería la participación activa e informada.

2.-- Una propuesta congresual diferente tiene que dar respuesta a las siguientes cuestiones de fondo: a) que sus líneas de orientación puedan ser reconocidas visiblemente por el conjunto afiliativo, y que éste se reconozca en aquéllas; b) que los hechos sindicales consecuentes, previos a la realización de los congresos, promuevan una literatura sindical consecuente; c) que el acontecimiento congresual sea un momento cuyos debates y orientaciones aprobadas sirvan para situaciones más cortas en el tiempo, dada la velocidad de los acontecimientos en el mundo del cambio interdependiente.

3.-- No se trata, por tanto, de despotenciar los momentos congresuales y reducirlos a virutas; justamente es al revés: se intenta potenciar la mayor frecuencia de elaboración y de hechos participaptivos. En caso contrario, el deslizamiento lábil sería como sigue: primero, desvinculación paulatina de la gente de todas las cosas que gestiona la estructura; segundo, apariencias de participación en los momentos congresuales. Así pues, de lo que se trata es de construir, a diario, una robusta personalidad sindical, en vez de esperar su edificación de higos a brevas.

4.-- Existen referencias para introducir esa tensión fecunda en la vida de la estructura sindical? Cierto, cada día ocurren infinidad de cosas en los centros de trabajo: problemas cotidianos que se resuelven o se pudren, plataformas reivindicativas, conflicto submergido o aflorado, negociaciones convencionales o contractualidad difusa, elecciones de representantes de los trabajadores y empleados, por ejemplo. Todo ello expresa el vértigo de las relaciones conflictuales en los centros de trabajo.

5.-- Cuáles son los momentos donde visiblemente se pueden reconocer los afiliados --y por extensión la mayoría del conjunto asalariado a quien se invita a inscribirse en la organización-- con el sindicato, y para lo que estamos comentando, a saber, los momentos congresuales? O se identifican esas ocasiones o no daremos con la tecla. Sin ningún género de dudas: esos momentos son los de la contractualidad; por otra parte, habremos de convenir que es en ella donde se produce el conflicto social de manera directa y la mayor frecuencia del mismo.

Tiene interés explicar algunos sucedidos en momentos congresuales tan reales como la vida misma. En más de una ocasión se ha estructurado un "orden del día" con los siguientes puntos: primero, el convenio; segundo, el congreso. En apariencia la técnica era ejemplar porque relacionaba lo concreto con lo general; pero no era esa la intención: si no se hace de esa manera nadie --o casi nadie-- hubiera ido a discutir el congreso. Al menos quien me lo contó puede dar testimonio de que esto es una verdad como un templo. Cabría llegar, pues, a la consideración de que la negociación colectiva es un pretexto para cualquier cosa? No habría que tener tanto desenfado, pero en aquella técnica existe un substrato de instrumentalización lógica; digo que es lógica tal como diseñamos nuestros acontecimientos congresuales. La inquietud nos llevaría a una pregunta de ciertos pelendengues: son los afiliados un pretexto para los congresos, o --más bien-- el objeto de las preocupaciones y el sujeto activo de los congresos?

Sería un ejercicio mental disparatado sacar enseñanzas de aquella manipulación, que no tenía ningún interés perverso y sí, empero, aprovechar el predicamento concreto que tiene la negociación colectiva entre la gente? En concreto, porqué no relacionar los momentos fuertes de la vida del conjunto asalariado con las ocasiones congresuales?

TERCERO

1.-- De manera abrupta se plantea, ahora sí, un nuevo método en base a los razonamientos anteriores. En vez de acontecimientos congresuales cada cuatro años es necesario orientarse a sencillos congresos bianuales, inscritos en los procesos de negociación colectiva. Sencillos en sus formas y en todos sus mecanismos; en estos acontecimientos anuales no figuraría la elección del grupo dirigente, que --como se dirá más adelante-- se haría en otras ocasiones; más adelante se dirá algo a este respecto.

2.-- Ya me parece oir la primera objeción: ""Pero, hombre, de esa manera estás complicando las cosas, porque se pasaría de una tensión cuatrienal a una cada dos años"". "En absoluto", respondo; se está hablando de concebir toda la vida sindical de otra manera, esto es, mediante la organización de la participación activa e informada.

La participación informada deviene cuando los actores que van a decidir disponen previamente de las propuestas que les serán formuladas y del tiempo necesario para metabolizar aquello que se les indica. No hay participación cuando la propuesta (contenidos de la plataforma, formas de conflicto social, decisión acerca de convocar-desconvocar, firma o rechazo) se consolida como un aquí te pillo aquí te mato. El sindicato confederal debe ajustarse las cuentas en algo que se viene diciendo de un tiempo a esta parte: una cosa es la arenga asamblearia y otra, bien diferente, la participación del conjunto asalariado. La arenga asamblearia es un monólogo que se somete, sin reglas, a técnicas refrentadarias; este arengario es una especie de tranquilizar la conciencia y un placebo de la participación, algo así como el nescafé en relación al café-café.

CUARTO

Así pues, los congresos deben inscribirse en la contractualidad no como vínculo con la gente, sino como valor en sí y por sí.

Se trata, por lo tanto, de que el acto congresual sea el momento que exprese la identificación de la gente entre-sí con la organización sindical, y viceversa; de esta manera los hechos participativos informados, necesarios para dar más protagonismo activo a la gente, son los instrumentos para el gran debate congresual; a tal fin se propone:

1.- La celebración bianual de los Congresos dado que la periodicidad convencional de la contractualidad gira en torno a ese período.

2.- Los mismos mecanismos que se requieren para establecer la participación de la gente ante las negociaciones colectivas deberían presidir las formalidades de convocatoria congresual.

3.- Se está proponiendo una coreografía sencilla en todos sus aspectos, si bien con las necesarias normas y reglas al respecto.

4.- La elección de los grupos dirigentes debería ser cada cinco años, por ejemplo. Esto quiere decir que, salvo excepciones de cualquier naturaleza, en los congresos anuales no se estipularía elección de grupos dirigentes ni cambios estatutarios.

QUINTO

(Donde se insiste en la defensa del método propuesto)

Serán bienvenidas todas las críticas --globales y parciales-- a estas propuestas; sin embargo, sería una invalidez intelectual dejar las cosas como están o remozar la fachada de lo existente tal como haría el viejo Lampedusa. A mi entender el problema no es de fachada, sino de las paredes maestras del edificio congresual.

La nueva arquitectura propuesta tiene ventajas evidentes, que en cualquier caso deben confrontarse con la vida real de la misma manera que la actual morfología se ha estrellado con lo cotidiano, y por eso está agotada definitivamente.

Los anteriores apuntes se orientan, pues, a una vida de participación sostenida; la razón es bien sencilla: los momentos de reagrupación de la gente en las negociaciones colectivas están decayendo, de un lado; de otro lado, los momentos congresuales sólo concitan el interés de los círculos concéntricos de las estructuras al tiempo que no son ocasiones de identificación del conjunto afiliativo.

Se plantean, como se ha dicho, otras utilidades convincentes. 1) situar la primacía del conflicto social sobre otras consideraciones generalistas, 2) una mayor densidad de pluralismo realmente social, ya que contenidos-estrategias contractuales están estrechamente relacionados con los intereses que promueven el conflicto y todo lo anterior está inscrito en el paradigma congresual, 3) se consigue una relación más fecunda entre mandato social --tras la participación-- y gestión de la estructura sindical; 4) el sindicalismo confederal estrena un ethos que relaciona los instrumentos financieros que la gente deposita en clave social y la gestión finalista que de ello hace la estructura sindical en el momento del congreso.

Quizá tenga interés meditar detenidamente sobre los apartados anteriores; procuraré hacerlo punto por punto.

1.- Nos conviene meter en la cabeza algo que está en la base del sindicalismo de clase y confederal; o existe primacía del conflicto social sobre otras consideraciones o el sujeto sindical no es realmente independiente. Qué se entiende por primacía del conflicto social en el sindicato? Por lo menos lo que sigue: a) las personas no son el pretexto de nuestras tareas, sino el objeto y sujeto de las mismas; b) expresa la contradicción o el contraste de intereses entre las diversas partes en litigio; c) está sujeto únicamente a la solución de aquello que lo motiva: eso excluye que su itinerario pueda ser enervado o forzado por intereses distintos, extraños o no, a la motivación del conflicto.

2.- La mayor densidad de pluralismo realmente social se explica porque --al inscribir contractualidad con procesos congresuales-- las plataformas reivindicativas el juego de intereses estaría vinculado de una manera más directa y visible a las necesidades y esperanzas plurales de las personas; estas, a su vez, tendrían más capacidad de reconocerse en esos procesos. Es decir, se trata de encontrar el hiato entre el pluralismo social real y el reconocimiento que la gente hace de todos los comportamientos del itinerario congresual. Hasta ahora todo intento de pluralismo social real se ha estrellado frente a los intereses politicistas que reaparecen con abigarrada fuerza en tales contextos. Por eso, el método que se propone tiene las siguientes conveniencias: a) da fuerza a todas las diversidades, b) sitúa los intereses en clave social, c) consigue el equilibrio entre fines por los que se cotiza y objetivos congresuales.

3.- La relación fecunda de la que se hablaba anteriormente sólamente será posible si la legitimación sindical es inexistente y prima la autolegitimación. En otras palabras, el sindicalismo confederal por propia decisión moral debe estar en permanente fase de control desde abajo y desde su propio interior. De modo que no valen algunas de las razones que, con no poco abuso y contagio externo, hemos oído a ciertos amigos nuestros: ""Nosotros hemos sido elegidos para un mandato""; claro que sí, y aquí no se habla de desresponsabilizaciones por parte de los grupos dirigentes. Pero ese tipo de explicaciones --que, por otra parte, reucerdan los comportamientos (que criticamos) de las políticas gubernamentales-- no se aguantan en un sujeto, como nosotros, que está cimentado por la cotización de la gente, por el acto libre de afiliarse al sujeto sindical.

4.- Se habla de ethos entre la gente --que paga, legitima y da soporte-- y la estructura. Habrá que diferenciar propiedad de los recursos y gestión de los mismos. El sindicato no es propietario de los recursos que le vienen por la vía de las cotizaciones, ya que éstas tienen un propietario difuso que es el conjunto asalariado; el sindicato es el gestor de un importante recurso patrimonial, sólo el gestor. Con qué interés la gente deposita unos dineros en la organización? El hilo conductor de esas intenciones --muy diversas, ciertamente-- es la agrupación de intereses, que el sindicato quiere convertir en agrupación de solidaridades; de modo que el hilo unificante es de naturaleza social, y debe ser esa clave (y no otra) la que determine la relación entre abajo y arriba, de un lado, y entre todos los que están en la cúspide.

5.- No puede dejar de señalarse que la gran enemistad de esta nueva morfología radicaría en que, si se aprueba, el sindicato mantuviera los actuales déficits participativos tanto en los procesos de negociación colectiva como en los grandes y pequeños movimientos de la vida sindical; en otras palabras, este nuevo diseño congresual tiene sentido si se elevan y generalizan los hcehos participativos.

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